jueves, 14 de junio de 2007

Oh Dios libra mi alma del infierno



Excelsa presencia apartas de mi cuando por pecado luzco sucio ante tus ojos



Han comentado a mis oídos que las mortales sombras segregan una dulce y delicada fragancia, ¿emborrachan? Si…También pueden hacerlo, de igual forma sus calidas manos recorren nuestro pecho junto a una melodía de marionetas negras.


Las sombras…Llegaran en el momento deseado.



Se que negro soy ante todos pero aun tiene hambre de ti el alma mía.



Mi oscuridad y tu cuanto tiempo han permanecido distantes, dos completos desconocidos, hoy cuando el desenlace se hace presente la plaga del horror ha ennegrecido mas a mi corazón, contraído se encuentra a causa de las mil y un mentiras; conocidas por ser malgastadas; compradas y repetitivas.


¡¡Tu mi dulce oscuridad celestial¡¡



Cuanto tiempo más guardaras este rencor, aun lo omnipotente carece de compasión por las cosas muertas, por las almas caídas, por tu mayor creación.



Me has envuelto en un manto vuelto sangre, tratando con eso de limpiar mi ya rasgada conciencia, mis triturados dientes crujen pues hablar me es inútil.



Árbol de la vida, catálogos de cuerpos, Dios mismo…tenme presente cuando con números humanos enlistes a tus hijos.



Han susurrado a mis oídos que las mortales sombras segregan una acida y putrefacta fragancia, ¿enloquecen? Si…También pueden hacerlo, de igual forma sus gélidas manos recorren nuestra alma junto a una melodía de marionetas de Dios.



Las sombras…Han llegado.



Se que hambriento soy ante todos, pero aun es negra mi alma.



Oh Dios, libra mi alma del infierno

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