martes, 21 de agosto de 2007

Arteria Expresiones

Volvemos a la carga…en esta ocasión exponemos un escrito hecho por Samuel Santos (Arteria)

Esperamos sus comentarios...

Bendito sea el mal de la santa

Como el rojo carmesí de su sangre o el apolillado madero, son sus horas de agonía, clavadas en las paredes del mundo.

El tierno profeta es sentenciado y sus quejas parecen enmudecer, entristecida se halla su alma sabiendo su destino…No esta su padre ni sus amigos, ni siquiera su virgen madre que llorando baja la mirada con resignación, con impotencia.

Las estrellas se acongojan y dejan sentirse abatidas, todo el cielo llora pues sacrificado es el cordero, para liberar a la humanidad…a esa misma que se entregara en cuerpo y alma en el futuro…Al mal.

Bendito sea el mal, pues ahí encuentro sustento a mis deseos.

Bendito sea el mal, pues a cambio de los desprecios, encuentro yo... odio en mi alma.

Bendito sea el mal, que deja que siga mis impulsos.

Bendito sea el mal, que encuentre al pecado como algo inexistente.

Bendito sea el mal, pues puedo libremente desear a la mujer que me es ajena.

Bendito sea el mal, que permite que odie y aborrezca lo sacro.

Bendito sea el mal, que une a Dios con el demonio.

Bendito sea el mal, pues desilusionado me dirijo al suicidio…

¡¡Entre las paredes de mi sepulcro ruego por una indulgencia!!

Entre estas putrefactas cavidades me veo rezándote cruel estatua de piedra, ruego sobre tu manto, y me lastimo al caer de rodillas bajo tus pies. Maldita estatua, ¿por que tu ego se ha alimentado? Te maldigo pues mis oraciones no las atenderás.

En el día del juicio sabremos cuantos cayeron bajo tu embrujo, maldita estatua.

Tú no tienes poder, no existe divinidad en tu interior y tu cuerpo es creación humana.

¿Por qué se arrastran a tus pies?, ¿Por qué se enternecen contigo?

Maldita seas por usurpar un nombre que no te corresponde.

Maldita seas por engañar a miles de almas.

Maldita por desear ser semejante a la virgen Maria.

Ante los ojos del hombre cualquier bestia del campo es un santo.

Debajo de los ojos de un Dios el hombre adora a al bestia.


Por: Arteria